20 abril, 2024

Contracrónica: «Rabia»

Segunda jornada y segunda victoria del Atleti en Liga ante un correoso Leganés y en un campo en el que el Atleti aún no había ganado desde que los pepineros están en Primera.

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Dos partidos, dos victorias. Dos goles, seis puntos. Tan fácil como eso… o tan difícil, porque, salvo 15 minutos ante el Getafe y otros 15 minutos ante el Leganés, el Atleti ha sido el equipo que apenas fue durante la temporada pasada y que tanto echábamos de menos. Incluso en esos minutos de empanada y de pérdidas tontas en la salida, el bloque se junta por el centro a una velocidad endiablada, no se descompone y ofrece al rival la única alternativa de los centros laterales, con Savic frotándose las manos y sacando uno tras otro.

Empezó Simeone planteando exactamente el mismo esquema con el que arrancó el Leganés. Dos equipos reflejados el uno en el otro, con los locales regalando el balón y los visitantes moviéndolo con muy poca profundidad. Aun así, las mejores ocasiones fueron de Morata, y muy claras. Sobre todo, la primera, a los 2 minutos de echar a rodar el balón. El Leganés apenas inquietó en la primera parte. Todo el peligro se redujo a una contra tras una pérdida absurda de Thomas (muy flojo durante todo el partido), que fue resuelta por Mario Hermoso y Giménez.

En el segundo tiempo, el Cholo cambió el dibujo, volviendo a la defensa de 4 y el Lega rápidamente atacó el flanco de Hermoso y Lemar, que perdían la espalda una y otra vez. El desconcierto aumentó con dos pérdidas consecutivas de Giménez y Thomas, intentando jugar un balón tontamente desde área propia un ejército de blanquiazules alrededor. Fue Oblak, el que una vez más como si tal cosa, resolviera el desaguisado.

Llegó el recital de Omeruo, empeñado en hacer todo lo que no tiene que hacer un central. Dos errores suyos provocaron tres acercamientos de mucho peligro para los rojiblancos. Uno de ellos acabó en remate de tijera alto de Joao Félix y el otro en un «remate» de Rosales contra el palo de su propia portería. A la tercera fue la vencida. O menino sí encontró esta vez espacio para conducir por la derecha y cuando se le cerraban las salidas por todas partes, un suave toque entre dos rivales como el que se quita una mota de polvo de la hombrera habilitó a Vitolo para hacer el único gol del partido.

A partir de ahí, el Atleti manejó el partido con un oficio impropio de una plantilla renovada que apenas lleva mes y medio trabajando con Simeone. Morata pudo hacer el 0-2 y hacer de lo que quedaba de partido un mero trámite, pero fue demasiado egoísta. Las últimas jugadas a balón parado sobre la portería de Oblak, apenas pusieron nerviosos a Savic, Giménez y compañía. El partido acababa al mismo ritmo que las ya consabidas diatribas en contra del estilo del Atleti empezaban a reverberar a través de las ondas. El «social, moral y emocionalmente» equipo del pueblo estaba de vuelta repartiendo jeringazos de unocerismo contra todos los infectados por la misma rabia de siempre.

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