19 abril, 2024

Bajo el Madroño: «Sobró talento, faltaron formas»

OPINIÓN. C’est fini. El adiós de Antoine Griezmann ha puesto el punto final al clásico culebrón de todos los veranos. Un año después de La Decisión, el francés ha pasado de querer quedarse en la disciplina rojiblanca a estar como loco por abandonarla. Por el camino, Antoine se convirtió en el futbolista mejor pagado de la plantilla (23 millones netos anuales), pasó a ser el tercer capitán por delante de emblemas como Juanfran y se pagaron 70 ‘kilos’ por una petición expresa suya: Thomas Lemar. Su respuesta en el campo ha sido firmar su peor campaña como colchonero. 21 goles en 47 partidos y actuaciones paupérrimas en los grandes escenarios (Tallín, Turín, Barcelona…) completan el pobre bagaje del ‘7’ en esta temporada.

Otros retos, otros lugares, otros desafíos. Ganar más títulos, dicen. Esas son las razones que han motivado a Griezmann a salir. Resulta innegable que todos sus posibles destinos garantizan un mayor número de trofeos para el palmarés de Antoine. Esa es la diferencia entre erigirse como el líder de un equipo campeón o engordar la vitrina de casa a costa del mejor jugador de la Historia. Eso, o partir hacia una Liga menor como la francesa. El ‘Principito’ quiere apostar sobre seguro, y es legítimo. Otros tantos como Arda Turan o Philippe Coutinho ya adoptaron el mismo camino. Ganaron algo, es cierto. Pero a costa de perderlo todo. Y es que fuera del Atlético de Madrid hace mucho frío. El cobijo de Simeone tapa demasiadas carencias.

«Griezmann quiere apostar sobre seguro. Otros como Arda y Coutinho ya adoptaron el mismo camino. Ganaron algo, pero a costa de perderlo todo»

En una semana traumática para el hincha atlético, la marcha de Griezmann no ha generado más que una banal apatía entre la parroquia rojiblanca. Con Godín se pierde a la osa; con Juanfran se pierde al madroño; con Griezmann no se pierde nada. Algo se ha debido hacer muy mal para que el quinto máximo goleador de la historia del Atlético de Madrid y máximo artillero del club en la Copa de Europa se despida delante de una pared gris y ante la indiferencia de la que ha sido su gente. Nunca un futbolista que dio tanto sobre el campo dejó tan poca huella al partir.

A Griezmann le sobró talento y le faltaron formas. Sus idas y venidas, sus coqueteos permanentes con otros equipos y la ignominia de La Decisión sentenciaron al francés en el corazón de mucha gente. Se le respetó, pero no se le idolatró. Pudo ser una leyenda y quedó como uno más. Tantos desplantes y tantas decisiones inoportunas condenaron su legado. De hecho, algunos llegaron a silbarlo después de marcar dos goles en la final de la Europa League. Muchos no le perdonaron que intentara subordinar los intereses del club a los suyos propios. Porque el Atlético de Madrid está por encima de todos.

«A Griezmann le sobró talento y le faltaron formas. Se le respetó, pero no se le idolatró. Pudo ser leyenda y quedó como uno más. Porque el Atlético de Madrid está por encima de todos»

Sin embargo, tanto la directiva como Simeone accedieron a sus pretensiones. Este año, por lo menos, la institución se ha ahorrado la humillación de otro documental. Pero no se puede soslayar la cuota de participación de la dirigencia del Atlético de Madrid en este circo. No solo aceptaron formar parte del esperpento, sino que han vuelto a evidenciar su intención manifiesta de arruinar los intereses del club. Subir la cláusula de Griezmann de 100 a 120 millones es un insulto más a la inteligencia de la hinchada colchonera. Lejos de blindar a una de sus estrellas, el club optó por mantener a su principal activo en el mercado con un PVP extremadamente asequible. Quién podía esperar que, un verano después, volviera a surgir la posibilidad de su marcha.

Para colmo, la desbandada de futbolistas ha coincidido con el período de renovación de abonos. En proporción, el club ha decidido subir más el precio de los carnets que la cláusula de rescisión de sus estrellas. Ante esta tesitura, muchos son los socios que ya han anunciado su intención de no continuar. Pero esta no es una estrategia nueva, pues ya la utilizó Jesús Gil para espantar a toda la masa social y hacerse con el control del club. De forma ilegítima, por cierto. 15 años después de su muerte, conviene seguir recordándolo, tal y como hacía Catón con la destrucción de Cartago. Delenda est Gilismo.

Por ello, el hincha del Atlético de Madrid debe aguantar. El dúo prescrito sabe que, detrás de cada socio que abandona, hay miles de clientes en lista de espera dispuestos a tragar con lo que haga falta. Porque pese a haber perdido casi todas las batallas, todavía existe un conato de rebeldía entre la hinchada. Y créanme: les molesta. Les molesta tanto como el beso de Godín a su escudo. Por eso echaron al Faraón. Por eso quieren echarlo a usted. Así que aguante. Aguantemos. Es el Atlético de Madrid lo que está en juego.

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