19 abril, 2024

Contracrónica: «Logros»

Sufrida victoria, pues, que sirve para afianzar la segunda plaza por encima de todos los problemas deportivos y extradeportivos acontecidos durante esta primera vuelta recién completada.

El Atleti acaba la primera vuelta segundo y con una sola derrota en el casillero, allá en primeros de septiembre en Vigo. Mucho se ha dicho y escrito hasta ahora sobre la manera de jugar de los rojiblancos, sobre el estilo de Simeone, sobre los jugadores que tiene, sobre el aburrimiento, sobre lo que es bonito y lo que es feo y, en definitiva, sobre el sexo de los ángeles, pero lo único innegable es que, una vez llegados a la mitad del campeonato, solamente un equipo está por encima del Atlético de Madrid en la clasificación, mientras que el tercero y cuarto están a 5 puntos.

Ahí no queda la cosa. Este logro (porque, sí, es un logro vetado hasta no hace tantos años), junto con el pase a octavos de Champions, se ha conseguido viviendo una auténtica plaga de lesiones que durante el último mes, sin ir más lejos, está obligando a jugar con laterales izquierdos de circunstancias y sin tu delantero centro titularísimo. A ello hay que sumar las sucesivas lesiones del resto de la línea defensiva del equipo. Salvo Arias, todos los demás han sufrido distintos tipos de lesiones. Desde Juanfran hasta Filipe, pasando por Godín, Lucas, Giménez y Savic. A este último volvió a tocarle ayer, sin ir más lejos.

El mérito aumenta cuando tu fichaje rutilante no te da el salto de calidad que buscabas y no termina de entrar en la idea de juego. Del resto de fichajes, salvo Rodrigo y Arias, mejor no hablar. Ni Gelson ni Kalinic están a la altura de la exigencia del Cholo y parecen niños en un equipo de hombres. Todo lo contrario que Vitolo, que sin hacer ruido ni decir una palabra más alta que otra y a base de trabajo este revirtiendo su situación en el equipo y no para de crecer en juego y en confianza, siendo el puñal que siempre ha sido de medio campo hacia arriba y habiendo aprendido a sacrificarse como exige este equipo de medio campo hacia atrás. El despliegue que hizo ayer desde el minuto 1 hasta que fue sustituido por Lemar fue encomiable, como el que hizo Juanfran en el lateral izquierdo, defendiendo de manera excepcional y llegando incluso a línea de fondo. Juanfran es un ejemplo del que deberían beber todos los jóvenes y todos los nuevos que llegan, en un fútbol como el actual en el que prima cada vez más la purpurina y el ombligo propio en detrimento del grupo. Es un ejemplo como también lo es Diego Godín o como lo fueron Gabi y Fernando Torres. Después de haberse desprendido de estos dos últimos equivocadamente, sería ahondar en ese mismo error prescindir de figuras como el uruguayo y el de Crevillente, dejando ese vestuario huérfano de referentes y liderazgo. Por más que se obvie, en el fútbol no sólo importan las estadísticas, los números y el big data. Los intangibles que lo rodean tienen como mínimo la misma importancia. No se entiende una cosa sin la otra a no ser que te llames Paris Saint-Germain o Manchester City. En el Atlético de Madrid la fuerza siempre ha residido en el grupo y los mejores años siempre han coincidido cuando más patente se ha hecho esa filosofía. Ante el Levante, sin ir más lejos, el Atleti hizo uno de sus mejores partidos de la temporada haciendo del bloque su mejor virtud. Mordió en la presión y fue rápido y vertical en ataque, y si no ganó por más diferencia fue por las carencias propias en área contraria. Griezmann volvió a marcar en un clarísimo penalti que al árbitro de turno le costó un mundo pitar y continúa en clara línea ascendente. Todo lo contrario que Lemar, que lo hizo todo al revés durante los minutos de que dispuso y al que se le ve bloqueado mentalmente. Urge recuperarle.

Sufrida victoria, pues, que sirve para afianzar la segunda plaza por encima de todos los problemas deportivos y extradeportivos acontecidos durante esta primera vuelta recién completada. Queda la mitad de la temporada por delante, pero, sí, lo conseguido hasta ahora justo en el ecuador es un logro. Que desde fuera no les hagan ver lo contrario.

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