25 abril, 2024

Tocar el cielo después de estar en el infierno

Llega una semana especial para el fútbol español, llega el derbi madrileño. Algo que pocas ciudades se pueden permitir y que pocos pueden entender debido a la mala fortuna de vivir en sitios donde solo hay un equipo, y no existe rivalidad entre dos conjuntos de la misma ciudad. Esa rivalidad es la del Atlético de Madrid y Real Madrid.

FOTO: AtléticodeMadrid
FOTO: AtléticodeMadrid

Siempre se ha vivido algo distinto cuando llegaba ese partido. Algo inexplicable. Los aficionados sacan sus mejores galas y mejores cánticos para vivir este encuentro que solo disfrutaras dos veces en toda la temporada. O hasta seis si se enfrentan en otras competiciones. Ese partido en el que si pierdes, aquella gente que conoces del equipo rival se estará burlando por mucho tiempo siempre que seas de aquel equipo rico de la ciudad. Porque si algo hay claro en este derbi es que las cosas cambian, ya que unos han vivido durante años en el infierno este partido y otros en la gloria, pero eso no importa. Han podido ser uno, dos, tres y muchos más años sin conocer la victoria como en el caso del conjunto colchonero. Pero, para ellos, la victoria se quedaba apartada siempre que su equipo se dejará el alma en el campo. Siempre que los suyos lucharan hasta el último minuto. Porque eso si que era defender unos colores, algo que por desgracia no podrán conocer nuestros vecinos. Y es que, ese indio debía sufrir la burla constante de esos vinkingos. Una burla porque su equipo no era capaz de ganar, una vez por todas, a su eterno rival. El menosprecio a los suyos. Mientras, aquel indio continuaba. Continuaba orgulloso de lo que era, consciente de donde venía.

Esperaba año tras año a que llegará aquel día. Ese día que todo indio recuerda como si fuera ayer. Una final en su campo, contra ellos y después de catorce años sin ganar. ¿Quién lo imaginaba? Solo nosotros lo podíamos imaginar, porque mientras otros duermen nosotros soñamos despiertos. El aficionado rojiblanco sabía que ese día iba a ser inolvidable. Aquel 17 de mayo de 2013. Esos indios creían en los suyos y creían más que nunca que eso se era posible. Y así fue. Después de empezar perdiendo, nuestros guerreros, como en cada partido, se crecieron ante las adversidades y lo lograron. Lograron remontar con coraje y corazón. Remontar un partido que cualquier otro equipo no hubiera conseguido remontar. Y es que, las cosas eran distintas. Era un grupo de jugadores diferentes, unidos para la causa. Un conjunto comprometido por unos colores, orgullosos de unos colores. Que decidieron morir por los mismos, dejar todo por ellos. Y así fue, se interpuso el corazón a la fama. Se interpuso el coraje a la calidad.

Después de esa victoria llegaron muchas más donde siempre había un fiel acompañante, Diego Pablo Simeone. Aquel que nos hizo salir del infierno para llegar al cielo. Después de cada partido podías ver camisetas rojiblancas por todas las calles aunque menos que cuando perdías. Y es que los indios son así. Cuando su equipo pierde con orgullo es cuando más les animas. Algo que otros aficionados no haría, incluso se avergonzarían de su equipo. Llego la siguiente temporada con el mismo acompañante. De nuevo veías ganar a ese equipo humilde, que siempre trabaja con Coraje y Corazón cada día para así tocar el cielo después de haber estado en el infierno. Porque eso es el Atlético de Madrid.

Deja una respuesta