19 abril, 2024

Algo se mueve al sur de la ciudad… Es lo que solía decir el célebre Andrés Montes en las retransmisiones radiofónicas de la temporada 1995-1996. Obviamente ya no estamos al sur de la ciudad, pero hoy el nuevo Metropolitano ha sido claramente poseído por el espíritu del viejo Calderón. Si bien en la noche de su inauguración todos nos vimos un poco superados por las circunstancias que implicaba la mudanza en el día en que nos dieron las llaves de nuestra nueva casa, hoy se puede decir que ya estamos empezando a hacer de esta nueva casa algo nuestro. Cuando ya ves colocados tus muebles y tus cosas de siempre es cuando puedes decir que verdaderamente esa es tu casa. Eso es lo que hemos vivido hoy en nuestro segundo partido en el Metropolitano, nada menos que ante un rival directísimo como es el Sevilla.

FOTO: AtléticodeMadrid
FOTO: AtléticodeMadrid

El campo fue lo que se esperaba de él: una caldera en constante ebullición. El himno de siempre, los cánticos de siempre atronaron con la misma intensidad del Calderón, pero con una resonancia distinta. Intimidatoria. El equipo, desde el primer minuto, se vio arrastrado por la atmósfera, como lo era también en el Calderón, y decidió continuar con el despliegue rocoso y granítico que desarrolló hace solamente 3 días en San Mamés. La intensidad que el Sevilla decidió imponer en el medio campo se vio superada en todo momento por la que imponían Saúl, Gabi y Koke, rebañando todos los balones divididos diseminados por la zona.

Graníticos fueron también Lucas y Savic en el centro de la defensa. Uno en velocidad y el otro en el juego aéreo, no dando absolutamente ninguna opción a Muriel primero, ni a Correa ni Ben Yeder después.

Y qué decir de Filipe. Incombustible de abajo a arriba y de arriba a abajo. Secó por completo a Navas y en ataque reventó la cruceta en el primer tiempo y en la contra del segundo gol llegó justo a tiempo para asistir a Griezmann. A partir de ahí a contener y a pensar en el partido del miércoles ante el Chelsea en lo que será el estreno del Metropolitano en Champions, esperando otra caldera a punto de explotar u otro circo romano, como ha dicho hoy Simeone. Recuerden que el Chelsea tiene un león en su escudo, pero él es un entrenador de gladiadores. Un lanista. El mejor que existe.

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