Cierto que hoy había que ganar para seguir, como mínimo, la senda de un Sevilla al que la suerte en la ruleta rusa parece no agotarse. Cierto que no se ha conseguido y que nos quedamos descolgados de ese tercer puesto al que tan bien nos hemos acostumbrado en los últimos años. Cierto que teníamos el partido encarrilado y que dos desajustes defensivos nos han penalizado hasta el punto de casi perder el partido. Pero también es cierto que no se puede poner ni un pero a este equipo ni a sus jugadores, y ya no digamos de Simeone, que estruja y da vueltas a su equipo en busca de mil alternativas.

Foto: www.atleticodemadrid.com
Foto: www.atleticodemadrid.com

Y es que el fútbol está movido en gran medida por esos intangibles que hacen que entrar en una dinámica positiva consiga que las cosas salgan como solas, aunque no quieras; o que cualquier mínimo error desemboque en un Waterloo constante. Nosotros estamos en un momento en que ni lo uno ni lo otro, pero estoy seguro de que nos habríamos adentrado ya de lleno en las profundidades de lo segundo, de no ser por este entrenador y estos jugadores, que, aunque la realidad no les termine de sonreír, no se resignan a dejar de trabajar, luchar y exprimirse. Cuando las cosas salen bien, es más fácil porque la propia inercia del momento te lleva, pero cuando salen peor y cuestan más, como es el caso, para el que esto escribe tiene muchísimo más mérito y la dificultad es mucho mayor.

No jugó mal el Atleti. En absoluto. Diría incluso que hizo un partido tremendamente serio. En un campo que aprieta e impone, no se arrugó en ningún momento y pudo haber dejado casi resuelto el partido, si hubiera tenido más acierto a la contra tras el primer gol. Conjugó perfectamente dosis de buen juego, buen pie y presión intensa, hasta que una despiste de Filipe habilitó a Williams entre líneas para asistir a Lekue, quien de un gran disparo, consiguió batir a Moyá.

Arrancó el segundo tiempo con un Atleti mandón que parecía que estaba cerca de poder desnivelar de nuevo el marcador a poco que tuviera acierto en el último pase. Desgraciadamente otro desajuste entre Filipe y Godín provocó una contra que se encargaron de aprovechar Raúl García y De Marcos para hacer el segundo cuando mejor estábamos.

Foto: www.atleticodemadrid.com
Foto: www.atleticodemadrid.com

Se mascaba lo peor. Y más viendo que tras la sustitución de Carrasco el equipo perdió mucha fluidez a la hora de manejar el balón arriba y que, ni Gameiro ni Torres están ahora mismo para jugar en este equipo, lo cual es lo verdaderamente preocupante de este equipo. Estamos abocados a jugar sin 9, salvo milagro.

Pues bien, a pesar de este escenario, apareció el mago Antoine para no resignarse a la desgracia y hacer aparecer de la chistera o de vaya a saber usted qué un latigazo imposible que se coló por un hueco imposible. Gol, señoras y señores.

Y el equipo lo siguió intentando. Tirando de orgullo y de corazón. Con un Athletic desfondado, pero con mucho colmillo en las contras. Y se siguió intentando. Sabiendo que somos el Atlético de Madrid, y que puede que el tercer puesto quede lejos, pero que tenemos alma, raza y orgullo. Que vamos a seguir luchando, y que si quedamos cuartos, pues tampoco pasa nada, recordando aquellos tiempos en que luchar por puestos de Europa League era ya un éxito.

Por eso, a mí denme siempre a un equipo como este. Ellos me representan. Y cuidado con los torneos cortos a doble partido. Porque en el doble partido «a morir, los míos mueren. No le tienen miedo a la muerte». Y yo pienso morir con ellos. Pese a quien le pese.

 

Deja una respuesta